na teoria u informacion que no creo que sea verdad pero puee tener en algun caso sentido, el tema lo encuentro interesante y si les gustaria leer un poco espero que sea de su agrado el post y que comenten de buena gana, bueno aqui empiezo con el post.
Jinetes de la Apocalipsis
La imagen de caballos viene desde el libro de Zacarias, en donde se establece que son enviados por Dios. Montando cada uno un caballo con un color característico, estos jinetes llevan plagas a toda la humanidad (recordando que el número 4 representa a toda la Creación, por lo que las plagas se extenderían entonces por toda la Tierra). Recordando el significado de los colores, la interpretación más común de lo que cada jinete representa sería la siguiente:
* Caballo rojo, representa la sangre y la guerra.
* Caballo negro, representa el hambre.
* Caballo verde o amarillento, representa la muerte, o para otros la enfermedad.
* Caballo blanco, representa para algunos la muerte, por el hecho de que vence siempre, pero para otros, por el color, por el hecho de que porta una corona[13] y por el hecho de que los cristianos no creen que la muerte sea invencible, representaría más bien a Cristo (o a un jinete en su representación), haciendo referencia también a Ap 19:11-21, donde vuelve a aparecer el caballo blanco, con Cristo montándolo. (Prévost 2001: 38; Vanni, 1982: 53-54)
Jesucristo fue el que venció y el que puede “abrir el libro y desatar sus siete sellos” (Apocalipsis 5:2-5).
Los primeros cuatro sellos de Apocalipsis 6 constituyen los cuatro jinetes.
¿Cómo revela Jesucristo el significado de estos cuatro sellos?
Es interesante notar que el mismo Cristo da la explicación en su profecía del Monte de los Olivos consignada en Mateo 24. Esta fue la profecía más larga que Jesucristo explicó a sus discípulos.
Veamos el asombroso paralelo que existe entre esta profecía y el capítulo 6 del libro del Apocalipsis.
El caballo blanco: falso cristianismo
“Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (Apocalipsis 6:2). “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4-5).
Después de la muerte y resurrección de Jesucristo surgieron muchos falsos predicadores, y falsos apóstoles que engañaron a muchos. Con el tiempo, se infiltraron en la verdadera Iglesia de Dios y corrompieron el mensaje que Jesucristo había traído del Padre. Judas, el hermano del Señor exhortó a la Iglesia con estas palabras: “Me ha sido necesario escribiros, exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3-4).
El apóstol Pablo también fue testigo del principio de este engaño y llamó a los que lo perpetraban “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:13-14).
El engaño de Satanás se describe en la visión del caballo blanco de Apocalipsis 6. Este jinete da la impresión de parecerse a Jesucristo. Sin embargo, el verdadero Jesucristo tiene ojos “como llama de fuego”. Tiene “muchas coronas”, y tiene una espada, no un arco (Apocalipsis 19:11-15). Esta espada aguda de dos filos es la Palabra de Dios (Hebreos 4:12), que sale de la boca de Jesucristo para “herir a las naciones” por lo tanto, el primer jinete del Apocalipsis 6 representa la tendencia mundial hacia el falso cristianismo cuyo poder e influencia irán en aumento. Este engaño culminará con el surgimiento de un dirigente religioso que se opone y se levanta contra Dios (2 Tesalonicenses 2:1-4, 8-9).
El caballo rojo y el azote de la guerra
“Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada” (Apocalipsis 6:4).
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino” (Mateo 24:6-7).
Este jinete quita la paz de la tierra. Cuando no hay paz hay guerra y esta constituye el peor azote del mundo. La historia del mundo es una de conflictos y contiendas que han causado inmenso sufrimiento y segado innumerables vidas humanas. Jesucristo señaló como la tendencia a “guerras y rumores de guerras” continuaría acrecentándose hasta el tiempo del fin cuando culminaría en la “gran tribulación” (Mateo 24:21-22).
El caballo negro: el hambre
“Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino” (Apocalipsis 6:5-6).
“Y habrá... hambres” (Mateo 24:7).
[Nota: Es importante notar que en el texto griego bizantino aparece primero la palabra “hambres” y luego la palabra “pestes”. Esta pequeña variación existe porque la versión Reina Valera no se ciñe estrictamente al texto griego bizantino sino que se sirve también de otros manuscritos griegos].
Uno de los resultados inmediatos de la guerra es la disminución de reservas alimenticias, la destrucción de los ganados, la contaminación del agua y el racionamiento de la comida por la escasez que produce el mantenimiento de un ejército. Hay países que, ocupados con la guerra, han dejado cundir el hambre en sus poblaciones. El trastorno de las condiciones atmosféricas, la sequía, la peste, y el exceso de población han agravado el problema. Jesucristo advirtió que el problema del hambre continuaría y se agudizaría hacia el tiempo de su regreso.
El caballo amarillo: la peste
“Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra” (Apocalipsis 6:8). “Y habrá... pestes” (Mateo 24:7).
Jesús reveló que a lo largo de la historia los seres humanos sufrirían el azote de la peste. La posibilidad de plagas de alcance mundial ya existe. El sida se ha difundido por todos los continentes y aún no ha sido controlado. Hay epidemias de gripe que en cuestión de días le dan la vuelta al mundo. Enfermedades que se creían erradicadas han resurgido aun peores pues ahora son resistentes a las drogas. Las plagas resistentes a los insecticidas también amenazan la agricultura mundial. El caballo amarillo es un precursor del espectro horripilante de las epidemias mundiales incontrolables que destruirán el veinticinco por ciento de la vida humana.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis corresponden a lo que Jesucristo llamó el “principio de dolores” que antecede a la gran tribulación la cual culmina con el retorno de Cristo.
sábado, 3 de abril de 2010
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