domingo, 25 de julio de 2010

Si son ciertas las Profecías de San Malaquías, el fin del mundo llegará dentro de tres Papas


Quizá no todo el mundo sabe que Pablo VI tiene un mote latino, que es el siguiente: <> (Flor de las flores), y que, a diferencia del nombre que lleva como cabeza de la Iglesia, no fue elegido por él, sino que le estaba designado de antemano. En cambio, ¿qué creyente ignora que Pío XII fue apodado <>, y Juan XXIII, <>, o sea, pastor y navegante?. Desde hace aproximadamente nueve siglos, desde que un monje irlandés que vivió en la primera mitad del siglo XII, y a quien la Iglesia conocería como San Malaquías, tuvo la idea o la inspiración, la compulsión mística, de escribir una extraña y muy precisa profecía: la de los sucesivos papas que gobernarían la Iglesia desde su época hasta el fin de los tiempos. A cada papa, un apodo, un emblema latino, que de algún modo anunciara su reinado, ya fuera en base a su nombre, o a su país de origen, o a su heráldica, o a las características que tendría su reinado. Por ejemplo, el <> de Pablo VI se explica por las flores de lis de su escudo familiar; el <>, de Juan XXIII, por haber sido el Pontífice Pastor por excelencia y haber sido «navegante» muchos años de su vida, en que fue Patriarca de Venecia, y la góndola era su cotidiano medio de llegar a los fieles. Aunque aquellos para quienes no es simpática la figura de Pío XII se resistirán a reconocerlo como <>, tendrán, sin embargo, que admitir que esa imagen, verdadera o no, de su personalidad fue sumamente difundida durante su papado.El tema de las profecías de San Malaquías preocupa hoy a muchos por una sencilla y dramática razón: el elenco de papas o de motes tiene un límite, está cerrado por el último Papa, por el Papa durante cuyo reinado sorprenderá a la Humanidad el Juicio Final, y entre el Papa actual y ese Papa del fin del mundo ya sólo quedaría tres en la fatídica lista del santo irlandés. Después de <> vienen <>, - sí, la luna marcará el carácter del próximo papado -, <>, y <>, y tras esos tres. sencillamente <>, el último.

El gran problema con la funesta profecía de San Malaquías es que está llena de sorprendentes aciertos, desde Lucio II, el primer Papa elegido después de las profecías, hasta Pablo VI. Lucio II fue apodado "Inimicus expulsus". No expulsó a los enemigos de la Iglesia, pero su apellido, casualmente, era Caccianemici (Expulsaenemigos). Eugenio III y Anastasio IV, todavía a mitades del siglo XIII, fueron anunciados como <> y <>; el primero era oriundo de Montemagno; el segundo se apellidaba Suburri y era un simple abate cuando le sorprendió la elección papal. En el siglo XIII, un canónigo de Santa María llegó a Papa con el nombre de Honorio III; San Malaquías lo había podado cien años antes <>, y el águila que vence con sus garras al dragón en el escudo familiar de Clemente IV había sido <> el mote de <>. El tercer Papa de Avignon, en el siglo XIV, debía corresponder a la descripción de <> (el abate frígido). No lo fue de temperamento, ciertamente, pero Benedetto XII había sido abate del monasterio de Fontanafredda (Fuentefría). Realmente, es para pensar que el irlandés era un profeta de primera fila.
Hay otras opiniones, sin embargo.Malaquías vivió entre 1094 y 1148, pero sus profecías sólo aparecen publicadas en 1505, y hay quienes sostienen que el responsable de la publicación, un monje benedictino llamado Arnoldo Wion, que las editó bajo el título de <>, las falsificó desaprensivamente.

Otros historiadores llevan más allá su escepticismo. Para ellos, la redacción definitiva de las previsiones de San Malaquías no se efectúa hasta fines del siglo XVI y con el propósito de influir concretamente en el cónclave de 1590 para favorecer la elección del cardenal Simoncelli.

Sin embargo, claman los defensores de la autenticidad del <>, no fue elegido Simoncelli, sino el cardenal Sfordrati, que gobernó la Iglesia como Gregorio XIV, y el mote que le tocó en suerte se le adecuó debidamente. Era oriundo de la antigua ciudad de Cremona y San Malaquías había dicho – o habría dicho – <>.Si el <> es un libro apócrifo hay que admitir que sus aciertos para con los papas del siglo XX son sorprendentes.

Antes del <> del traslúcido, casi incorpóreo Pío XII, del <> del maravilloso pastor que fue Juan XXIII, no sólo navegante por los canales de Venecia, sino también por los mares procelosos de la más grande renovación de la Iglesia, y del <> de las orgullosas flores de lis del escudo de Pablo VI, Benedetto XV, Papa durante la Primera Guerra Mundial, fue anunciado como <> ("Religión despoblada"), y Pío XI, que supo enfrentarse al nazismo, condenándolo en una encíclica memorable y terminante, como <> ("Fe intrépida").

FALTAN LOS PAPAS "DE LA LUNA", "EL DEL TRABAJO" Y "EL DEL GLORIOSO OLIVO"

Pero, por supuesto, no conviene entusiasmarse demasiado con los aciertos de San Malaquías. Si realmente no hubo falsificación, si estos aciertos continúan hasta el fin, el fin está cerca. La muerte de Pablo VI, tres papas más – el de la luna, el del trabajo, el del glorioso olivo -, y ya tendremos el segundo Pedro, el Pedro apocalíptico, <>, la destrucción de Roma y el advenimiento del Juez tremendo. Amén. Un amén que equivale a un adiós definitivo a este mundo, santos y profetas y papas incluidos.

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